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Demoler lo público

En su artículo «Defender lo público» (El País, 25/07/2018), Luis Garicano, responsable de economía del partido político Ciudadanos, defiende la propuesta del MIR docente a partir de un argumento falaz.

En realidad, todo el artículo desarrolla una analogía sin fundamento. Si estamos en contra de que un gobierno elija a los cargos de responsabilidad del ámbito público por favoritismos políticos o clientelares, en lugar de por criterios de profesionalidad, entonces deberemos cambiar también el modelo de selección del profesorado de los centros públicos.

Sin embargo, el argumento carece de validez, pues el sistema actual de concurso-oposición ya es de por sí un método suficientemente válido para seleccionar a los docentes por criterios profesionales en lugar de políticos. Otro tema distinto es que la propia administración boicotee tal proceso con la idea de deslegitimarlo.

En el fondo, el artículo de Luis Garicano es capcioso porque trata de persuadir de todo lo contrario de lo que dice defender. Es otro ataque más a la educación y al sector público en general, porque parte de la lógica de que el sector público tiene como finalidad la de competir con el sector privado, y no la de garantizar que los derechos de los ciudadanos sean efectivos. ¿Por qué trata de eludir el tema de la educación concertada, cuando se trata de un sector financiado con fondos públicos en el que no se garantiza que los docentes no sean seleccionados por afinidades políticas o ideológicas?

En realidad, la idea que subyace al texto de Garicano es convertir a la educación pública en una parte más del mercado, privatizarla y desregularla.  Despreciar los derechos de los trabajadores que han pasado por un duro proceso de concurso-oposición, independiente de las influencias políticas, porque tales derechos responderían, según Garicano, a «intereses clientelares de un núcleo duro de sindicalistas», y no a los intereses mismos de una función pública ejercida por profesionales independientes que no hayan sido seleccionados por enchufe o por razones ideológicas. Cosa que sí sucede en la educación privada y en la privada financiada por fondos públicos (“concertada”).

Lo más coherente sería repensar la existencia de centros privados concertados, que suponen una «competencia» desleal frente a un sector público neutral que busque hacer efectivos los derechos de todos.

OPOSICIONES DOCENTES 2018: LA GRAN ESTAFA DE LA ADMINISTRACIÓN.

Desprestigiar el sistema de oposiciones para acabar con ellas

Recientemente hemos asistido a un proceso de oposiciones para seleccionar docentes de Enseñanza Secundaria con resultados catastróficos en todas las comunidades autónomas donde se han celebrado estas pruebas: en casi todas ellas han suspendido ya desde la primera prueba entre el 80 y 90 por ciento de aspirantes (muchos de ellos docentes interinos en activo, la gran mayoría licenciados con varios másteres e incluso doctorados).

Escribimos proceso de oposiciones donde tal vez debiéramos decir simulacro o pantomima de oposición, pues a todas luces algo se ha hecho intencionadamente mal para que los resultados difieran tantísimo respecto a los de similares procesos selectivos que se daban por ejemplo hace una década.

En realidad, la explicación es muy sencilla. Se ha generalizado en otras comunidades autónomas la estrategia que ya Lucía Figar empleara con éxito en la Comunidad de Madrid: denigrar el proceso de oposiciones para acabar con él, y crear un contexto favorable a la implantación del discutible MIR docente o a la selección del profesorado a dedo (ya vigente en Cataluña, por ejemplo). A la vez, se denigra al personal docente interino para justificar de cara a la opinión pública su precariedad laboral (y por extensión a todo el personal docente: si el profesor de tu hijo saca un 1 en un examen, es más fácil que estés de acuerdo con que se le recorte el salario o se diga que es un vago incompetente).

 

¿Cómo se está saboteando el proceso de oposición desde la propia Administración?

Algunas constantes que se han dado en todos los procesos selectivos para elegir docentes en las distintas CC. AA. han sido las bajas notas, las pruebas diseñadas deficientemente para dejar plazas desiertas de forma premeditada, el control férreo sobre los tribunales por parte de la Administración para sabotear todo el proceso, el escaso tiempo de correcciones por parte de los tribunales que vuelven arbitrario el proceso o la opacidad del mismo (en muchos casos ni siquiera se muestra al opositor una respuesta escrita a su reclamación de nota, algo a lo que tiene derecho todo alumno de instituto en caso de reclamación, por ejemplo).

Todas estas constantes no nos parecen casuales sino que sostenemos que sirven a un uso perverso del sistema de oposiciones por parte de la Administración, que maltrata a su propio personal interino con el fin de mantenerle en una situación de precariedad laboral  a perpetuidad para así abaratar costes de personal.

En primer lugar, es palmario que no existe voluntad de dar las plazas que se ofertan. Se anuncian determinadas plazas pero expresamente se endurece el proceso de oposición con el fin de no ocuparlas y de desprestigiar al profesorado, extendiendo la idea de que, si el opositor no supera la prueba, es porque no cuenta con la formación adecuada. Si dichas plazas están presupuestadas, deben darse en el concurso-oposición. ¿Por qué no se hace así?  En realidad, ni siquiera son vacantes nuevas, sino ya existentes que no se sacan a concurso y que están ocupadas por interinos en deliberado fraude de ley de manera perpetua.

Para no dar esas plazas ha sido preciso sabotear las normas de la propia convocatoria. Se ha saboteado la fase de concurso del proceso (concurso-oposición) e incluso la fase de didáctica, creando un proceso en el que prácticamente nadie supera la primera prueba, salvo aquellos dedicados plenamente al estudio (los aspirantes no interinos).

Al presionar la Administración para que se puntúen los exámenes con notas muy bajas, prácticamente no llegan aspirantes al segundo examen de la prueba (el didáctico). Que apenas lleguen opositores a esta prueba favorece la rotación de personal y la precariedad, aspecto con el que la Administración está encantada, porque el examen de didáctica es aquel que favorece a los interinos, quienes disponen de menos tiempo para estudiar contenidos teóricos (evaluados en el primer examen) pero normalmente se desenvuelven mejor en la prueba de didáctica (son quienes tienen más experiencia y práctica enseñando).

Y si casi nadie llega a la segunda parte del examen, diremos que la fase de concurso es ya mera ficción, pues la criba se realiza de modo tan duro que al llegar a ella hay menos aspirantes que plazas disponibles (algo que, por ejemplo, ha sucedido este año en Madrid en las especialidades como Lengua y Física y Química, pero que lleva pasando un lustro al menos en Matemáticas, donde es tradición ofertar plazas que finalmente no encuentran dueño). De este modo el concurso-oposición se convierte intencionadamente en un falso concurso: no importan los méritos porque pasar los exámenes es garantía casi segura de tener plaza (de nuevo los perjudicados son los docentes interinos ya en activo, cuya experiencia a juicio de la Administración para la que trabajan no vale nada). Solamente entre un 10 y un 20 por ciento de opositores han pasado la primera fase de la oposición (la prueba de contenidos teóricos), de manera que en muchas especialidades ni siquiera llegan a ser tantos como plazas disponibles se ofertaban.

 

Pruebas mal diseñadas y directrices estrictas para corregirlas

Explicaremos someramente por qué consideramos que las pruebas están mal diseñadas:

  1. Hay pruebas que no se ajustan al nivel de lo que debe saber un profesor de Secundaria (el caso paradigmático sería el de Matemáticas, donde el nivel de dificultad de los ejercicios prácticos en el tiempo disponible vuelve la prueba sencillamente irrealizable, como reconocen los propios tribunales); otras están obsoletas y tampoco es que se ajusten al currículo (el comentario filológico, por ejemplo, que se pide en Lengua, no se trabaja así en nuestras etapas y menos el de textos históricos, como el que han debido hacer los aspirantes este año en Madrid). Por otro lado, el tiempo disponible es en muchos casos ridículo, convirtiéndose las pruebas en ejercicios de resistencia, donde el que tras horas y horas de examen a 40º mantiene los nervios a raya obtiene un mejor resultado. Evidentemente estas pruebas no sirven para elegir a un buen docente de Secundaria (mejor pensadas para cribar a opositores al cuerpo de bomberos o de técnico especialista en la desactivación de artefactos explosivos) porque estos contenidos muchas veces ni siquiera se imparten en Secundaria. Pero en lugar de poner rojo de vergüenza al que diseña estas pruebas la Administración logra que los propios docentes acabemos cruzando acusaciones ridículas entre opositores-tribunales.
  2. La calificación de los prácticos (y en algunos tribunales incluso de los temas) es cada día más estricta, sin tener nada que ver con las oposiciones que se hacían hace una década, hasta un punto en que las calificaciones son sencillamente irreales (temas y programaciones hechos por un mismo aspirante en distintas convocatorias se han calificado con hasta con cuatro puntos de diferencia en ambos procesos selectivos: algo que sería un escándalo si sucediera a un alumno de instituto o universidad). Esta minusvaloración de los ejercicios de los opositores responde a la estrategia de la Administración de pretender hacer creer que saca muchas plazas pero con la intención real de repartir muy pocas de ellas, pues la mayor parte se van a dejar desiertas en varias especialidades.
  3. En definitiva, el sistema actual está diseñado para penalizar al interino y mantener la rotación de trabajadores temporales. Esto favorece la precariedad, los interinos eternos y abarata costes (es obvio que favorece siempre a los más jóvenes y sin cargas familiares, es decir, los no-interinos).

 

Nueva propuesta de sistema de acceso por concurso-oposición

Si tuviéramos que definir las líneas para una nueva propuesta de oposición y examen, desde este colectivo proponemos que se fundamente en los puntos siguientes:

  1. Que sea adecuado a los requisitos que debe tener un profesor de Infantil, Primaria o Secundaria, o del cuerpo correspondiente en cada caso, y a los contenidos que emplea en su labor docente. No tiene sentido basar los ejercicios prácticos en autores que no se imparten en el temario de Secundaria ni Bachillerato (caso de las especialidades de Filosofía o Lengua de este año, por ejemplo).
  2. La nota no debería refrendarse en cada convocatoria sino que un profesor debería presentarse a subirla solo de forma voluntaria, pues se mantendría una vez conseguida.
  3. La ponderación de las pruebas debería ser equitativa y dar similar valor a ambas partes del primer examen (tema y prácticos); por ejemplo, la que existía antiguamente: 60-40 a favor del tema, o bien 50-50. Además, la parte teórica no debería ser eliminatoria, sino que todos los aspirantes realicen la parte de contenidos (tema y prácticos) y la parte didáctica (programación y unidad), siendo su nota un compendio de ambas pruebas. Los conocimientos son esenciales, y los tiene más frescos quien sale de la universidad; la didáctica y aptitudes de exposición oral para un docente no lo son menos, y eso favorece al interino. Por otro lado, el tiempo destinado a las pruebas debe ser razonable y mayor que en la actualidad, donde muchas pruebas son maratones de resistencia. Y los prácticos no deberían valer como ahora mismo un 70 por ciento del examen, sencillamente por prudencia: son la parte que más fácilmente puede filtrarse.
  4. Urge establecer medidas de control para evitar las calificaciones arbitrarias: menos opositores por tribunal; exámenes y deliberaciones de los tribunales abiertos al público; alargar el tiempo destinado al proceso para contar con tiempo adecuado y ajustado a la legalidad para la corrección de las pruebas (los tribunales corrigen a veces 12 horas al día); establecer un sistema de correcciones justificadas y escritas al opositor, así como un sistema de reclamaciones objetivo y detallado, realizado por un tribunal distinto al que establece la nota reclamada; grabación de las pruebas para que puedan consultarse las exposiciones orales en caso de reclamación; remuneración adecuada a los tribunales; tribunales solo forzosos y por sorteo (los tribunales voluntarios pueden responder a intereses espurios) y, en caso de aceptarse los tribunales voluntarios, proponemos la inhabilitación o apertura de expediente y sanción grave a los preparadores de oposiciones que se presentan como tribunales voluntarios al proceso selectivo (situación extremadamente grave que se da en la actualidad).
  5. Los presidentes de los tribunales (especialmente, el del tribunal 1 de cada especialidad, que es el que regula y coordina el proceso) no deben ser designados discrecionalmente por la Administración como sucede actualmente, sino que deberían ser seleccionados conforme a criterios objetivos de currículo, bien en su especialidad, bien en innovación pedagógica, o por votación abierta de la comunidad docente de compañeros de su especialidad, dentro de un listado de candidatos posibles, o bien por sorteo, como se hace con los miembros de un tribunal ordinario.
  6. Un examen tipo MIR es inviable en muchas especialidades y solo perjudicaría a los opositores menos jóvenes o con responsabilidades familiares, luego también impediría la consolidación de empleo. Por ello, entendemos que los exámenes deben ser de desarrollo, análisis o comentario de textos o documentos, así como de ejercicios o supuestos prácticos, tal y como son en la actualidad, pues de otra forma no pueden medirse la madurez y capacidad crítica del aspirante.

 

Soluciones colectivas a un problema de falta de consolidación de empleo

El problema que nos atañe no es un problema individual. Lo que se pretende desde la Administración es evitar a toda costa dar estabilidad al profesorado, al que se busca convertir en personal precario. Esta competencia feroz para conseguir un puesto de trabajo sería sencillamente inconcebible en la empresa privada. ¿Alguna empresa privada pondría a competir anual o bienalmente a cada uno de sus trabajadores con nuevos aspirantes a un puesto para ver cuál resulta agraciado y ocupa el puesto durante los próximos dos años?

Eso mismo es lo que sucede con interinos que llevan largo tiempo (a veces décadas) sacando el trabajo más ingrato en los institutos, preparando a los alumnos para la EVAU, siendo jefes de departamento, tutores, etc. ¿Estos trabajadores qué tienen que demostrar que no hayan demostrado ya? ¿Si no estuvieran cualificados para realizar el trabajo que desempeñan no habrían sido ya apartados del servicio por la inspección educativa?

Nos enfrentamos a un problema colectivo de consolidación de empleo, no a enfrentamientos individuales ni meritocráticos (como de forma interesada nos quieren hacer creer). Tampoco es una lucha opositores-tribunales ni opositores nuevos-opositores interinos. Los profesores deben ser funcionarios para blindar su libertad de cátedra. El problema no es el sistema de oposiciones sino cómo este se ha sido convertido en una tomadura de pelo. Por tanto, la «escabechina» vivida en las últimas oposiciones a docentes en España se debe enmarcar dentro de la estrategia de destrucción y desmantelamiento de la educación pública que se lleva desarrollando durante los últimos años en nuestro país, con bastante éxito, por cierto.

 

Exijamos responsabilidades

Como docentes, seamos ya funcionarios de carrera, funcionarios interinos o aspirantes a serlo, debemos exigir colectivamente a la Administración un proceso de oposiciones justo, que no se emplee para degradar nuestras condiciones laborales, aparejado de un proceso transparente de reclamaciones. Es intolerable que se use el sistema de oposiciones, el único que permite a cualquier ciudadano acceder en igualdad de condiciones a un puesto público, para denigrar a nuestro colectivo y para precarizarlo.

Es por ello que funcionarios de carrera, interinos y aspirantes a serlo, opositores y tribunales, debemos pedir responsabilidades y destituciones en las consejerías de Educación que a lo largo de todo el Estado han diseñado mal a sabiendas un proceso selectivo con el fin de dejar desiertas las vacantes ofertadas. Tal vez hoy este proceso mal diseñado beneficie a quienes acaban de acceder al sistema de oposiciones, pero a la larga, también a los nuevos aspirantes les perjudicará un sistema que no da estabilidad laboral al personal, así como perjudica a nuestros alumnos, cuyos profesores tienen que detraer tiempo a las tareas docentes para dedicarlo al estudio perpetuo.

En definitiva, el simulacro de proceso selectivo docente al que acabamos de asistir constituye un ataque a los trabajadores de la docencia que no se puede tolerar y ante el que debemos y podemos responder colectivamente. La defensa de una escuela pública de todos y para todos exige que se reivindique un proceso de selección de sus profesionales limpio, garantista y justo.

El MIR docente genera el rechazo de la comunidad educativa

La aberrante propuesta de un MIR para la educación pública, que ya se le ocurriera a Rubalcaba allá por 2010, vuelve ahora de la mano de otro de los partidos del régimen, el PP. El neoliberalismo y su afán de penetrar en lo público presenta múltiples caras y un sinfín de estrategias y mecanismos subrepticios. He aquí una nueva pantomima de la compañía de los neocon.

Los compañeros de El Salto resumen bastante bien en esta información qué es el MIR educativo y lo que puede suponer:

El MIR docente de Méndez de Vigo genera el rechazo de la comunidad educativa

El ministro de Educación ha sorprendido a la comunidad educativa con una propuesta que dificulta el acceso a un puesto docente y genera dudas sobre el futuro del profesorado interino y la precariedad que puede conllevar para el nuevo profesorado.

En pleno debate sobre el Pacto por la Educación, el Ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo se ha sacado de la manga una propuesta que ha sorprendido, por ser inesperada, a toda la comunidad educativa. Se trata de una reforma del sistema de acceso a la enseñanza pública para el profesorado. Una especie de MIR aplicado a este colectivo.

El conocido como MIR educativo incluiría, según la propuesta de Educación, una prueba teórica y un período de prácticas de dos años que las personas aspirantes a un puesto como docente tendrían que realizar además de la formación previa, incluyendo el grado y el máster, así como el proceso del concurso-oposición que existe en la actualidad. Esta medida propuesta por el Gobierno, que aumentaría los trámites necesarios para acceder a un puesto en la docencia, ha hecho saltar las alarmas en la comunidad educativa.

Almudena Gómez, secretaria general de la federación de enseñanza del sindicato CGT, considera que “hasta que no demos estabilidad a un colectivo que está muy explotado y que tiene un agravio comparativo en todo momento comparado con los funcionarios de carrera, abrir una tercera vía de acceso a la función pública es un poco incoherente”.

Además, en un momento en el que, tras varias sentencias judiciales, el personal docente interino está luchando por una seguridad laboral, esta modificación ha generado mucha incertidumbre entre estos profesionales. “Todavía no sabemos qué impacto tendría”, aclara Gómez, “pero sería como un tercer grupo que podría crear desavenencias con el profesorado interino, que está buscando ahora una estabilidad que no tiene”.

Para Gómez, esta propuesta supone “una manera de segregar porque siempre están hablando de coger a los más excelentes, a los más preparados, a los que mejores notas sacan, pero eso va asociado a un gasto económico que deja discriminada a la gente que no tiene recursos”.

“La calidad en educación se mejora con mayores recursos, con profesionales con una estabilidad en la plantilla”, reivindica la sindicalista, que cree que existen aspectos de mejora más urgentes como las elevadas ratios de alumnado por clase. “Estamos pidiendo en educación que, por favor, se reviertan los recortes y estamos trabajando en unas situaciones bastante negativas. Lo del MIR educativo es como empezar la casa por el tejado. Es incoherente la propuesta que lanza Méndez de Vigo”, asegura.

Sigue leyendo en https://www.elsaltodiario.com/educacion/mir-docente-mendez-de-vigo-rechazo-comunidad-educativa

¿Despido masivo de interinos?

En esta ocasión, el Gobierno ha lanzado un nuevo globo sonda sirviéndose de los Presupuestos Generales del Estado. En el artículo 9.2 se abre la puerta al despido masivo de los interinos/as que lleven más de tres años en el puesto. La confusión que pretende provocar el gobierno con esta estrategia de manipulación política se evidencia en esta lamentable respuesta del Secretario de Estado de Educación:

El motivo del lanzamiento de este globo sonda es que, hace pocas semanas, una sentencia europea sugería que era fraudulento que interinos/as encadenaran contrato tras contratatación temporal. La solución que proponía era convertirles en indefinidos. Sin duda el Gobierno lo tenía fácil. En educación podía convertir en funcionarios a miles de interinos/as que llevan años sacando adelante el trabajo y que sin duda merecen una mayor estabilidad. Sin embargo, el Gobierno parece optar por una solución más traumática e injusta, aunque aún no pueda declararlo abiertamente en espera de analizar la respuesta de la opinión pública.

Además, debemos tener en cuenta que las razones de este despido de interinos/as van más allá de la sentencia europea. Desde hace muchos años, el Gobierno y sus partidos afines quieren cambiar el método de contratación de docentes: mediante externalización por empresas privadas o por la implantación de un MIR para la enseñanza

Ante este peligroso globo sonda, nuestra reacción debe ser una respuesta rápida e inequívoca que deje clara nuestra oposición al proyecto.

 

Os recomendamos también la lectura del siguiente documento: http://ustea.es/new/el-proyecto-de-pge-nueva-amenaza-para-el-personal-interino-y-temporal/

Las medias verdades del Ministro

Hace unos días en prensa, a raíz de la huelga del 9 de marzo, el Ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, afirmó: “Hoy hay más docentes en España que cuando comenzó la crisis”.  Si tomamos como referencia el curso 2007-08, las afirmaciones del Ministro pueden considerarse como verdaderas. El problema es que se olvida de que los recortes más agudos en educación, especialmente de docentes, se llevaron a cabo a partir del curso 2012-13, una vez publicado el RD 14/2012. Así pues, en el  2011-12 (el año previo a los recortes)  el número de docentes en la pública era de

 

CENTROS PÚBLICOS
TOTAL 494516

 

y lo últimos datos publicados por el Ministerio, el avance del curso 2015-16

 

CENTROS PÚBLICOS
TOTAL 484293

 

La pública ha perdido en estos años 10223 docentes. Este ya es un mal dato, al que se suma el aumento de alumnado que hubiera requerido un incremento proporcional de profesionales. Hemos pasado en la pública de 5.394.203  a  5.500.954 en el citado avance; y en la ESO, la que más especialmente ha sufrido los recortes de profesorado, hemos pasado del 1.179.569 de alumnos/as a 1.226.524.

Mientras tanto la educación privada en España ha aumentado su número de docentes, pasando de tener en el curso 2011-12

CENTROS PRIVADOS
TOTAL 188451

 

a contar el curso 2015-16 según el avance con

 

CENTROS PRIVADOS
TOTAL      197965

 

un aumento en casi 10.000 docentes.

 

Podemos afirmar, por tanto, que el Ministro, si bien no miente en sus declaraciones, una vez más usa los datos a su antojo, retorciendo las estadísticas para que estas sostengan sus argumentos.

Los docentes de la pública han sido mermados por unos políticos que no creen en ella, que buscan su deterioro y su privatización.

 

Basta de manipulación, no más recortes; no a la LOMCE.