Este verano leímos con estupor este artículo acerca de las oposiciones al cuerpo de profesores en Italia: “La mitad de los profesores suspendidos en la oposición. La escuela a riesgo de comenzar el curso con veintitrés mil puestos vacíos” (http://www.corriere.it/scuola/16_agosto_23/concorsone-meta-professori-bocciati-scuola-rischia-iniziare-23-mila-cattedre-vuote-b44cde90-68a3-11e6-b1b2-f8e89a7ffdaf.shtml?refresh_ce-cp). En él se clama en un tono alarmante contra el supuestamente bajo nivel del profesorado en el país transalpino, basándose en un dato reciente, el de que la mitad de los opositores ha suspendido el examen de acceso al cuerpo.
Sentimos estupor porque resulta asombroso el parecido entre las críticas que los medios hacen al sistema de oposición y, por ende, al profesorado que concurre a él, en Italia y en nuestro país; y puesto que en ambos casos se emplean técnicas poco honestas de desprestigio hacia toda la profesión docente. Pero lo que en un primer momento nos sorprende, más tarde, puesto que nada en los medios es casual, nos obliga a mostrarnos perspicaces.
Veamos las similitudes entre las críticas vertidas contra el profesorado tanto en Italia como en España por medios de comunicación de masas y supuestos expertos:
En primer lugar, los medios de ambos países parten de una inferencia incorrecta: que los exámenes de oposición los suspenden muchos opositores, hecho que sirve como premisa incuestionada para deducir que los profesores no están preparados. En segundo lugar, se citan respuestas absurdas de una minoría de opositores a modo de escarnio público.
Por último, se minusvalora al docente de la educación pública acusándole de no estar preparado como un paso previo para desprestigiar la escuela pública en su conjunto.
Otro aspecto común es el soslayar de manera intencionada información que resulta fundamental para entender el proceso de oposición en su conjunto, fuera de datos seleccionados interesadamente, que son los que se aportan.
Detrás de esta perspectiva sesgada acerca de la competencia de los docentes que se fundamenta en generalizaciones, prejuicios y datos falseados se halla toda una corriente de opinión neoliberal que no duda en emplear todos los medios que tiene a mano, desde películas hasta articulistas de cierto renombre, para atacar a la escuela pública. En España tenemos un ejemplo reciente en el insensato artículo de Alberto Olmos a propósito de las últimas oposiciones (artículo incoherente y parcial que se detiene en varios lugares comunes para no concluir nada relevante salvo que sería el mismo Olmos, polemista de garrafón, la única persona cualificada en nuestro país para desempeñar la noble tarea de enseñar Lengua y Literatura): http://blogs.elconfidencial.com/cultura/mala-fama/2016-07-27/oposiciones-lengua-literatura-profesores-no-sabes-nada_1238872/
Desde Soy Pública consideramos que estas maniobras de los medios responden a una estrategia neoliberal que desde hace tiempo venimos denunciando: el desprestigio de la profesión docente y del funcionariado con el fin de degradar la escuela pública, como paso previo a su privatización.
Los interesados análisis que hemos leído en fechas recientes acerca del proceso selectivo que constituyen las oposiciones (como el citado artículo de A. Olmos o el ejemplo mencionado de la prensa italiana) son un instrumento más de los muchos utilizados para crear una corriente de opinión que reste prestigio al docente. Determinados medios de comunicación colaboran como parte de su función de control ideológico, sosteniendo unas premisas que resultan fáciles de refutar:
¿Que haya malos opositores implica que haya malos profesores?
Que un opositor a profesor responda una barbaridad en un examen solo indica que esa persona, muy probablemente, no haya pasado el examen. De manera que los ejemplos que se exhiben como muestra de lo poco que sabe en general el profesorado no son sino lo contrario: la excepción; lo que no sabe el que no ejerce de profesor.
Somos conscientes de que los disparates seleccionados los cometen un porcentaje mínimo de opositores que se postulan para el puesto pero de los que nada nos asegura que ejerzan como profesores (al menos no en el sistema público; tal vez sí en la privada, que no exige examen de acceso).
Respuestas anecdóticas de opositores a modo de escarnio
En los artículos citados se ofrece al lector un surtido repertorio de respuestas erróneas de algún opositor a profesor poco preparado, a modo de escarnio del gremio y como técnica para desprestigiar, a través de la generalización de lo que no es sino anecdótico, a toda la profesión.
Pensemos que esta práctica se extendiera a otro tipo de procesos selectivos y profesiones: ¿Nos parecería bien que se hicieran también públicas las respuestas erróneas y disparates en todo tipo de oposiciones: diplomáticos, policías, bomberos, jueces, administrativos, informáticos, etc.?
Con la selección de respuestas erróneas, por un lado, se vulnera la privacidad del opositor. Y, en definitiva: ¿A qué fin sirve este despropósito? Solamente se emplea para reforzar la idea equivocada de que cualquiera sabe más que el profesor de sus hijos, idea que tan reconfortante resulta a una minoría de padres prepotentes o a polemistas endiosados como Alberto Olmos, quien parece postularse como digno sucesor de Pérez–Reverte.
La oposición: el menos malo de los sistemas de selección actuales
La clave del asunto, a nuestro juicio, es esta: para ser profesor de la escuela pública existe un filtro, unos exámenes bastante más duros que los universitarios donde aprueba uno de cada diez o quince opositores (a veces menos). Resulta obvio que no por falta de preparación, sino porque la dureza de las pruebas se ajusta a la escasez de plazas ofertadas. Bien, pues este dato tan obvio, casualmente, olvidan mencionarlo los artículos a los que nos referimos.
Por ello, no puede argumentarse que los profesores no están preparados porque muchos no aprueban las oposiciones. Si hay 8 plazas y se presentan 1.000 opositores la conclusión no es que 992 estén mal preparados, es que las plazas ofertadas son muy pocas (a consecuencia de los recortes en educación).
Pruebas mal formuladas
Tampoco creemos que pueda deducirse esto, incluso, cuando se dejan plazas desiertas, como ha sucedido en la Comunidad de Madrid en la especialidad de Matemáticas o como sucede en el caso italiano.
En la Comunidad de Madrid los propios tribunales reconocen que no aprobarían el examen práctico en el tiempo propuesto (en el que la mayor parte de opositores solo consiguen hacer dos de los cuatro problemas). La dificultad extrema de los problemas seleccionados y el ridículo tiempo de examen, siguen siendo aspectos denunciados por los propios tribunales, aspectos ante los que la Consejería sigue haciendo oídos sordos. Se trata por tanto de una prueba mal diseñada para seleccionar profesores de Matemáticas, pues exige unos conocimientos que no forman parte del currículo de la Enseñanza Secundaria y que ha de ser realizada en un tiempo insuficiente.
Cualquier profesor sabe que si un examen lo suspende más del 90% del alumnado, el examen está sin duda mal planteado. En cambio, cuando más del 90% de licenciados, con másteres y doctorados, que se presentan a las oposiciones de profesor de Matemáticas suspenden, la Consejería de Educación madrileña y los periodistas afines acusan a los opositores de falta de preparación.
Docentes de la educación privada y concertada: selección a dedo
Contándonos entre aquellos que consideran que los procesos de oposición son mejorables, nos resulta indudable que estos al menos sí son mucho más justos que contratar a antiguos alumnos, a conocidos y a personas de la congregación o que al menos profesan la misma creencia religiosa, que es lo que hacen la mayoría de concertados (especialmente los confesionales, y exceptuando las escasas cooperativas de padres o profesores).
¿Por qué estas oleadas de opinión que desprestigian a los docentes de la pública que acceden a su puesto afrontando una dura oposición, a veces durante años, a costa de sacrificar su vida personal en pos de la profesional, muchas veces vocacionalmente, y no atacan con el mismo énfasis la enseñanza concertada, cuyo sostenimiento con dinero público se basa en el favoritismo, la parcialidad, el adoctrinamiento y el servilismo?
Intereses ocultos: la educación como negocio
En conclusión, deberíamos comenzar a preguntarnos qué intereses hay detrás del desprestigio del cuerpo de profesores docentes de la escuela pública y de su sistema de selección, mucho más objetivo, sin duda, que aquel basado en el grado de fe, vigente en las escuelas católicas, o en el clásico sistema de nepotismo de muchos centros privados y concertados, dado que estos, asombrosamente, nunca salen a debate público en los medios y, por el contrario, el sistema por concurso-oposición se nos presenta cada poco desde los media como el mayor de los desastres.
Estos intereses, como hemos analizado en otras ocasiones, son los que derivan de las cuantiosas sumas de dinero que supone trasvasar la educación pública a manos privadas, como ya se ha hecho con la sanidad o con la educación concertada. El objetivo no es otro que precarizar al profesorado y recortar recursos a la educación pública para abrir puertas al negocio privado. Al profesor funcionario de carrera se le acusa de no rendir cuentas cada poco (como si no fuera suficiente su rendimiento en el trabajo diario, cada día con menos recursos); al interino, se le acusa por presentarse a los exámenes y no aprobarlos, cuando en la mayor parte de los casos, los aprueba pero sin plaza. Por último, se descalifican intencionadamente las pruebas de selección y al profesorado, si se examinan y aprueban, tampoco es suficiente, porque los exámenes son demasiado teóricos, o porque los contenidos exigidos están desvinculados de la realidad del aula (como si esto fuera culpa del profesor y no de la ley educativa que establece el currículo, los contenidos).
Los medios de comunicación de masas son los que dirigen el debate educativo: ¿Para qué sacar a debate los recortes sufridos por la enseñanza pública, que perjudican a los más desfavorecidos? ¿Por qué alarmarnos ante la desaparición de los indispensables programas de Compensatoria y Diversificación que desaparecen con la LOMCE? ¿Por qué clamar contra las ratios excesivas que apiñan a los niños en las aulas si podemos situar en el centro de la diana de una sociedad precarizada a los profesores, esos seres abyectos que mandan deberes a sus hijos con la secreta esperanza de que refuercen los contenidos aprendidos en casa?
Como chivo expiatorio, los maestros resultan un inigualable objetivo en época de crisis, pues podemos culparles, como ya se está haciendo, de los problemas sistémicos de un país. Como si el sistema educativo fuera el que condicionara el sistema económico y social, y no al revés.
En México ya lo hizo el lobby de la patronal en su campaña contra los maestros Mexicanos Primero, del que forma parte la película homónima. En Estados Unidos, similar función cumplió el panfleto neoliberal Waiting for Superman, que descargaba sobre los maestros todos los males de una escuela y una sociedad precarizada por los neoliberales, proponiendo como solución la financiación privada y las escuelas charter, similares a las concertadas.
En una sociedad donde los medios de comunicación y la publicidad ya moldean en la ideología dominante a los futuros ciudadanos, la enseñanza de los maestros es un pequeño obstáculo que el poder tiene que anular. Debemos estar preparados; con unión y movilización, seremos capaces de hacer frente a los verdaderos problemas de la escuela pública: la falta de recursos, la precarización, la competencia desleal de la concertada y una reforma educativa, la LOMCE, nefasta para el alumnado. El primer paso es resucitar la #mareaverde que nos hizo fuertes y hacer llegar este mensaje a la sociedad. La educación no debe estar en manos de las élites. La educación es nuestra; alumnos, padres, profesores, ciudadanos… estamos juntos en esto.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...